Quiero dejar presente, para comenzar, la definición resumida de resiliencia y sus alcances. Resiliencia puede aplicar a individuos, grupos u organizaciones; y es/son aquellos con la capacidad de adaptarse y recuperarse por sí mismos, ante adversidades climáticas, económicas y/o sociales.
Durante mi internado, en Para La Naturaleza, luego del huracán María, tuve asignado un proyecto vinculado a un proyecto que trabajaba con centros comunitarios resilientes. Las características principales de estos centros son tres: energía eléctrica por paneles solares, sistema de recolección de agua de lluvia, y comunicaciones. Estos tres componentes convertían un centro comunitario en un centro resiliente. Estaba, además, el aspecto del adiestramiento ciudadano ofrecido en estos centros. En ese sentido la lectura provista por el profesor Javier Isado coincide con mi experiencia en PLN, con los Programas Comunitarios. No se trataba solo de equipar un centro con estos sistemas, sino de preparar a la comunidad a responder adecuadamente a alguna adversidad y recuperarse, aun luego del evento en momentos de vulnerabilidad. Dependiendo del centro, algunos contaban con huertos comunitarios.
Sin embargo, estando de acuerdo con lectura, la asistencia a estos centros comunitarios esta regulada por las circunstancias. Los centros continúan ahí, pero las personas siguen con su vida, sea luego de la recuperación o luego de la preocupación. Los programas comunitarios dejan de ofrecerse luego de pasada la adversidad. Quizás, hasta los mismos centros comunitarios equipados con los sistemas principales pierden su calidad por falta de uso. Por ello pienso que un centro resiliente, en su forma suprema e ideal, es algo removible, desplazable listo para ser instalado dada la orden. De tal manera, nuevas tecnologías pueden ser incorporadas al diseño del modelo, manteniendo así una calidad fresca y al día.
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